Satoransky es uno de los referentes del Cajasol foto: Lydia Calvo |
Durante la pretemporada, el Cajasol de Sevilla generaba bastante ilusión. El fichaje de uno de los mejores entrenadores de Europa como Aíto García Reneses hacía albergar a sus aficionados la esperanza de una nueva era dorada para el Baloncesto sevillano.
Los recortes presupuestarios y los cambios del nombre en el patrocinador era algo que al fin y al cabo no importaba tanto: si algo caracteriza a Aíto es saber dar oportunidades a los jóvenes. Sin ir demasiado atrás en el tiempo, podemos recordar que él fue quien dio la alternativa a Pau Gasol, Navarro, Rudy o Ricky.
De esta manera, la plantilla de Cajasol afrontó la reducción presupuestaria fichando jóvenes talentos que cobran menos que los jugadores consagrados y se confió en la capacidad de Aíto para hacerlos explotar.
Mientras, en Fuenlabrada, la situación económica era aún peor. Con un patrocinador que dejó de pagar la necesidad de ahorrar volvió a ser muy aguda. Hasta el punto de llegar a situación dura para todas las partes: sólo había sitio para cuatro aleros en vez de para los cinco previstos anteriormente, y puestas las cartas sobre la mesa la disyuntiva era entre Ferrán Laviña o Álvaro Muñoz.
En estos corros se echa en falta a Laviña / foto: Lydia Calvo |
Tres jornadas después del inicio, ambos equipos comparten los puestos de descenso en la tabla de clasificación. No han ganado ningún partido y el 0-3 que refleja su balance crea muchas dudas.
El propio Aíto reconoció en el programa de Canal Sur @jugadaSevilla que se equivocó al no fichar un jugador veterano capaz de llevar el vestuario.
En Fuenlabrada no somos pocos los que echamos de menos a Ferrán Laviña: el cambio de actitud que era capaz de infligir a sus compañeros cuando salía como un toro a hacer 3 defensas fuertes seguidas, la autoridad que ejercía sobre ellos cuando les explicaba alguna jugada o las broncas que probablemente tuviera que soltar en el vestuario de vez en cuando. Esas que nunca vimos, pero cuyos efectos sí notábamos en la actitud de los suyos.
Cortaberría en su primer día como capitán foto: Lydia Calvo |
En definitiva, la juventud de las plantillas es un arma de dos caras. Una amable, que es la ilusión que puede generar al ver a jugadores desconocidos para el gran público, muchas veces formados en el entorno del equipo, jugadores que incluso han jugado con o contra aficionados de su edad en categorías inferiores. La otra, la cara amarga, es la que provoca la falta de experiencia que hace que sea más complicado salir de dinámicas positivas, que los nuevos fichajes se integren o que el respeto arbitral sea el mismo que para rivales que sean viejos conocidos de la liga.