Parece mentira que hace un año Gustavo Ayón ni siquiera era fijo en la plantilla del Fuenla. Parecía arriesgado otorgar una plaza de extracomunitario a un jugador que llegaba de la LEB Oro, pero el club confió en él y su evolución ha sido espectacular.
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Foto: Fran Martínez / ACBPHOTO |
Desde el principio de la temporada se ganó la atención de los focos, primero como pívot suplente que aportaba energía, intensidad, defensa e intimidación -el mejor valorado por minuto- y desde la salida de Batista, como referencia absoluta en la pintura.
El titán ha crecido hasta límites insospechados. La NBA ya se ha fijado en él -sería un gran reclamo para acercar México a la NBA, y Gustavo es mejor que Llamas o Nájera, precursores mexicanos en la Liga-. Y lo mejor es que su techo todavía parece estar más alto.
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